Uno de cada cinco americanos usa tecnología wearable

Autor: Adrià G.Font   /  9 de desembre de 2014

Wearable hace referencia al conjunto de aparatos y dispositivos electrónicos que se incorporan en alguna parte de nuestro cuerpo e interactúan con el usuario y con otros dispositivos para realizar una función específica. Ejemplos de esta tecnología, cada vez más presente en nuestras vidas, pueden ser los relojes inteligentes, las zapatillas de deporte con GPS incorporado o las pulseras que monitorizan nuestro estado de salud.

Las compañías tecnológicas cada vez muestran más interés en la salud digital y la tecnología móvil, a pesar de que tanto el consumidor como el sistema sanitario todavía se están habituando a ellas. Un informe del Health Research Institute (HRI) de PwC, con la colaboración de las Consumer Intelligence Series (CIS), recoge información de esta primera etapa de la tecnología wearable, y lo acompaña de conclusiones extraídas de datos objetivos, entrevistas con expertos tecnológicos y los resultados de una encuesta realizada a 1.000 consumidores estadounidenses.

El informe destaca el hecho de que entre enero y junio de 2014 se invirtió más en salud digital y tecnología wearable que a lo largo de todo el 2013. De esta inversión, 200 millones de dólares estaban directamente destinados al desarrollo de dispositivos wearable. También cita a Ian Clark, director general de los líderes tecnológicos Genetech, que en la cimera de innovación en salud Rock Health dijo que los wearable “son bastante triviales ahora mismo.” Para entender mejor la situación del mercado, el potencial de esta tecnología y las preferencias del consumidor, el informe extrae una serie de conclusiones sobre la situación actual y del potencial de esta.

Vídeo: Spotlight on the Wearable Future, de PwC

Entre los datos a destacar está el hecho de que uno de cada cinco estadounidenses ha comprado tecnología wearable en algún momento, y que uno de cada diez la usa cada día. PwC considera estos datos todavía muy incipientes, aunque representativos del interés del público, y sostiene que un incremento de su uso no solo sería beneficioso para la salud del consumidor, sino también para el sistema de sanidad pública. La encuesta también demuestra que los consumidores no están dispuestos actualmente a invertir en dispositivos de este tipo, más bien al contrario, pues un 68% de los encuestados estaría dispuesto a llevar un wearable y compartir sus datos anónimamente a cambio de incentivos por parte de la empresa distribuidora

La privacidad es uno de los temas que preocupa más a los usuarios de salud digital y pocos mostraron interés en compartir sus datos personales de salud en las redes sociales. PwC propone como soluciones la absoluta transparencia (dejar muy claro al usuario qué se va a hacer con su información, cómo se transmitirá y por qué) y un sistema de compensación. Por ejemplo, en los Estados Unidos, si un usuario comparte datos de sus wearables de fitness con los supermercados Walgreen Co. recibe a cambio puntos que puede acumular y usar para comprar en la tienda.

Echa un vistazo al resto de la infografía.

¿Qué depara el futuro wearable?

Actualmente, algunos centros médicos están empezando a incorporar las Google Glass para recoger información de sus pacientes, otros, prescriben tecnología wearable y apps (como el “O Bar” de Oschner) que ha sido aprobada previamente. Además, Apple está a punto de lanzar al mercado un reloj que recoge varias de las funciones que otras apps y dispositivos han proporcionado hasta ahora por separado (monitorizar constantes, hacer seguimiento del ejercicio que se hace e incluso grabar y mandar por mensaje el sonido de tu corazón).

PwC admite en las conclusiones que todavía falta mucho para que los wearable sean un dispositivo estándar de nuestra sociedad. Idealmente, tanto por su eficacia como para la tranquilidad del usuario, los datos recogidos por estos deberían poder sincronizarse de forma encriptada, además de poder compartirse más fácilmente (entre dispositivos y entre paciente y médico) de como se está haciendo actualmente. Se debería trabajar más para conseguir tanto la máxima interoperabilidad de su sistema como su más alta funcionalidad. Este es el momento para aprender de los errores y de los éxitos y de construir poco a poco una nueva tecnología que, en el futuro, puede revolucionar el sistema sanitario.