El estudio propuesto por McKinsey&Company empieza con un repaso a la historia de las TIC aplicadas a los sistemas sanitarios, y le identifica tres etapas: la primera, durante la implementación de los ordenadores para llevar a cabo tareas sistemáticas repetitivas; la segunda, unos veinte años después, cuando se intentó integrar los ordenadores a los procesos clave de cada ámbito; y la tercera, que se está dando actualmente, que pretende adaptar las nuevas tecnologías de forma integral.
La limitación de las dos primeras etapas se debió, en gran parte, al hecho de que las TIC se aplicaban tan solo superficialmente y sin tener en cuenta las necesidades del paciente. La tercera etapa debe corregir estos problemas, y ahora que los usuarios han adaptado las nuevas tecnologías en su vida diaria, es el momento perfecto para que sanidad se acabe de digitalizar. El problema, está claro, está en saber qué camino seguir.
El primer paso es intentar entender a los pacientes: tanto sus necesidades como tal, como sus preferencias como usuario de dispositivos digitales. El artículo defiende que muchas instituciones están desarrollando sus sistemas alrededor de ideas preconcebidas sobre sus usuarios, y la investigación que han llevado a cabo intenta romper mitos que, a pesar de que puede que fueran ciertos en el pasado, ya no son aplicables.
Con los resultados de una encuesta realizada a más de 1.000 personas de tres países distintos (Singapur, Alemania y Reino Unido), el estudio de McKinsey&Company rompe los siguientes mitos:
[Gráfico con las respuestas que hacen referencia al mito 1.]
En las conclusiones, el artículo enfatiza la importancia de estudiar las diferencias entre mitos y realidades por lo que hace la aplicación de las TIC en los servicios sanitarios. Entender qué es lo que los pacientes realmente piensan y quieren es necesario para poder tirar hacia delante, y así, poco a poco, ir adaptando las TIC de forma efectiva y productiva. Lo más importante es conseguir que los pacientes hagan uso de estos servicios, porque una vez lo hagan, las instituciones se podrán centrar en ampliarlos y mejorarlos.
Por este motivo destaca la iniciativa del Modelo de Asistencia No Presencial desarrollado por la Generalitat de Catalunya, que pone al paciente en el eje central del servicio sanitario, y desarrolla un sistema alrededor de sus necesidades.
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